Las personas con TDAH pueden tener problemas para prestar atención, controlar conductas impulsivas y pueden ser demasiado activos.
Para los neurólogos un cerebro con TDAH es como un navegador con demasiadas pestañas abiertas. Falta de atención pero también impulsividad, son sus principales manifestaciones. Los problemas de concentración, hacen que los niños que padecen este trastorno, cometan errores de juicio y equivocaciones junto al continuo movimiento que puede ocasionar accidentes. Asimismo, interrumpen conversaciones sin tener en cuenta ni al que habla ni la situación. La hiperactividad que sufren no les permite estar sentados por mucho tiempo y esta sensación de intranquilidad se manifiesta aún más en el inicio de la escolaridad, donde en clase puede contraer nerviosamente las extremidades, el torso o la cabeza, tanto sentado como de a pie. Estos síntomas, suelen ser evidentes antes de los 6 años y pueden persistir tanto en la adolescencia como en la edad adulta y en este caso, los inconvenientes persisten en la universidad, en el trabajo o en las relaciones.
El nivel de TDAH disminuye en los adultos pero tienen problemas que se desplazan fundamentalmente a la atención sumados a comportamientos impulsivos y además, ya conocer que padecen este trastorno, en la mayoría de los casos lo utilizan como justificaciones para sus actos que generalmente están en contra de los vínculos afectivos. La causa no resulta concluyente y se acuerda a que existen una combinación de factores desde la genética hasta niveles inusuales de dopamina y noradrelanina, Los mismos estudios han demostrado que este trastorno afecta al doble de niños que de niñas en todo el mundo.
¿Cómo controlar el TDAH?
Son los padres que ayudan a sus hijos a controlar este trastorno de diversos modos
- Crear rutinas predecibles: permiten volver a la calma y de este modo programar actividades del día, asegurando que los horarios de sus actividades sean claros.
- Fijar límites claros: afirma que el niño sepa lo que se espera de él o de ella, elogiando comportamientos positivos.
- Las instrucciones: deben ser claras, ya sean visuales o verbales.
- Utilizar: un sistema de incentivos que favorezca si se desenvuelve mejor.
El tratamiento de carácter psicológico puede ser breve pero intenso que ayuda al niño y a la familia a gestionar el día a día. Debe mejorarse la salud física que permite disminuir el estrés para calmar al niño. Estas estrategias pueden permitir la postergación de la medicación pero si los impulsos y la hiperactividad va en aumento se deberá contar con un profesional médico especialista en este trastorno. En los adultos, los signos residuales del trastorno son impulsividad y falta de atención. Por ejemplo, dificultad para organizar y completar un trabajo, incapacidad para concentrarse, mayor grado de distracción y toma de decisiones repentinas sin calcular las consecuencias.
Muchos pacientes con estos trastornos y como adultos, pueden sufrir depresión asociada a la baja autoestima como consecuencia de la afectación en los niveles sociales y laborales.
¿Qué acerca de medicar este trastorno?
La medicación por sí misma no suele satisfacer las necesidades terapéuticas tanto en niños como en adultos y se la suele incluir en facetas dentro de un régimen multimodal interdisciplinario en relación al tratamiento. En relación al niño, su medicación debe integrarse con la atención psicológica de los padres que resulta imprescindible en estos casos. Los mejores resultados se pueden lograr mediante el tratamiento de la agresividad del niño y de las funciones familiares lo antes posible.
*Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.
Publicado en mdz