Autismo: cómo se muestra en el cine y qué hay que tener en cuenta

Autismo: cómo se muestra en el cine y qué hay que tener en cuenta

El autismo es un trastorno del desarrollo que afecta las relaciones sociales y la comunicación. Esta problemática es aún muy desconocida, pero el cine nos permite acercarnos a ella.

Se llevan a cabo las Jornadas de la Cátedra Clínica del autismo y de la psicosis en la infancia a cargo de la Dra. Silvia Elena Tendlarz y con la presencia del Decano de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, Dr. Jorge Biglieri. Allí fui invitado a hablar sobre autismo y cine. En exclusiva para MDZ una síntesis de esa presentación.

En 2017 existían más de 200 filmes de ficción y no ficción dedicados a la temática del autismo donde se lo presenta con una descripción estereotipada de conductas; examen de relaciones familiares; búsqueda de tratamientos y testimonios; retratos de situaciones sociales; déficit generalizado. A esa lista de filmes agrego otros dos films. Uno basado en un libro de Olivier Boudeaut “Esperando a mister Bojongles” (2021) con el mismo título realizado por el director francés Regis Roinsard quien además fue artífice de su traspolación de la letra a la imagen. El otro se trata de un film proveniente de los comics y que trata del primer héroe autista en el universo DC. Se llama “El Contador” (2016) del guionista y realizador además de la serie Orzac, Bill Dubuque. Nuestro super héroe en cuestión se llama Christian Wolff.

En 2017 existían más de 200 filmes dedicados a la temática del autismo donde se lo presenta con una descripción de conductas.

En ambos filmes se muestra a los protagonistas con síndrome de Asperger donde se intenta comunicar sus visiones del mundo y entorno social exclusivamente en base a detalles particulares: viven en una clase de multiverso caracterizado por innumerables detalles, precisos y apasionadamente intensos. Para hablar del problema de la literatura que deviene cine o mejor de los libros que devienen películas, se recurre a la palabra adaptación que tiene una implicancia médica y material. Es decir, remite a la jerga médica en la medida en que la literatura hace las veces de objeto díscolo, inasible e inadaptable, aquello que no consigue integrarse a un sistema.

Lo material, estaría representado en la adecuación de formatos elegidos. No tener presente el concepto de trasposición es el dato necesario e imprescindible para aquellos quienes insisten en ámbitos institucionales comentar filmes forzando interpretaciones para alimentar conceptos psicoanalíticos, algo que el propio Jacques Lacan estaba advertido cuando a lo largo de su Escrito y Seminarios se ocupó de 23 filmes que aplicó a lo largo de toda su obra y lo hacía detallando sólo un plano fílmico. Un recorte de la
propia imagen proyectada tal como lo hace en relación a su escrito Kant con Sade cuando menciona las agujas curvas de Buñuel haciendo referencia a una de sus películas predilectas como ha sido el cuyo valor resulta de carácter paradigmático en el caso de la psicosis. Estos análisis apresurados por parte de muchos profesionales, tienden a simplificar las dificultades que representa el pasaje de la dimensión mental propia en el caso de la literatura al territorio del cine.

Se ocupan del carácter polisémico que tiene una imagen, pero al mismo tiempo, el riesgo de interpretaciones construidas en relación a un punto de vista parcial, habitan y alimentan el reino de lo imaginario. Es preciso tener en cuenta, que el tipo de vínculo que nos confía un personaje literario o un narrador sobre su personaje al lector, no es análogo al que puede establecer el cine entre el personaje y el espectador.

La respuesta se encuentra en el propio dispositivo cinematográfico, en el cual el hecho que espectador vea al personaje hablando no es equivalente a oírlo sin que se lo vea. Ese juego entre lo objetivo y lo subjetivo es un aspecto definitorio sobre lo que luego resulta el concepto de representación de una imagen. En cuanto a los filmes donde el corpus principal de la narración puede significar el “nada es para siempre” ello parece indicar un signo claro de superación del conflicto del protagonista (con o sin autismo) quien frente a las situaciones malogradas producto de sus síntomas, se les suma un medio social amenazante que los complejiza.

Si la literatura logra extraer la imagen del pensamiento, el cine funciona extrayendo el pensamiento de la imagen. Queda un interrogante que vengo trabajando desde mi última publicación acerca de lo irrepresentable y el malestar en la imagen contemporánea: la pregunta sobre si en la escritura con imágenes, la extrapolación de una narrativa visual es posible. Si se sostienen las condiciones del texto o si la imagen del mundo fotografiado es gracias a la intervención del sujeto pero sin él.

Para hablar del problema de la literatura que deviene cine, se recurre a la palabra adaptación que tiene una implicancia médica.

Finalmente y en relación a la imagen documental, aquella que testimonia y aloja al concepto de memoria, siempre y en relación al realizador, imagina lo que puede llegar a suceder, para ello realiza un plan de filmación para tratar de capturar en imágenes. Muchas veces, aguarda a que sucedan cosas que no suceden y eso es lo más revelador. El cineasta argentino Andrés Di Tella lo recuerda en su libro Cuadernos: se debe estar atento, nos dice, con lo que no sucede.

Para ello toma en consideración un caso de Sherlock Holmes en el que un policía le pregunta al detective si había observado algo que pudiera llamar la atención. Holmes responde: “El curioso incidente del perro durante la noche”. (Frase que el escritor Mark Haddon rescata para su novela donde el protagonista, Christopher John Francis Boone es un adolescente de 15 años que tiene
síndrome de Asperger). A la respuesta de Holmes, el policía agrega: “Pero el perro no hizo nada durante la noche”. Sherlock Holmes remata: “Ese fue el curioso incidente”.

El hecho que el perro no ladrara cuando alguien entró en la casa era la prueba que el criminal era una persona conocida del perro. Del mismo modo, el realizador que se dedica a documentales, tiene que estar atento a lo que no sucede, lo que no se dice, lo que no se ve, y después, tal como un detective, saber sacar las conclusiones del caso y saber contar una historia. En palabras, a la letra o con las imágenes.

*Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.
Publicado en mdz

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