De poetas, fobias y manías, todos tenemos un poco

De poetas, fobias y manías, todos tenemos un poco

A lo largo de nuestra vida, más en la infancia, etapa en la que aún no sabemos gestionar del todo las emociones, en las que se ha sentido un miedo elevado, sensación de asco, susto imprevisto, etc., asociado a un objeto, situación o ser vivo, puede memorizarse o dejar una huella que mantiene esa asociación en nuestro cerebro.

La brontofobia, miedo patológico a las tormentas, se considera un terror infantil, pero son muchos más los adultos afectados. La gerascofobia, emparentada con el conocido síndrome de Peter Pan, describe la aversión ante la vejez o el envejecimiento de los que amamos. La coreomanía es la necesidad imperante de bailar sin tregua hasta caer rendido. Más de la mitad de la población mundial padece de nomofobia, el pánico desmedido a no tener el teléfono móvil a mano. De reciente publicación, el Atlas de las fobias y las manías de Kate Summerscale (Blackies Book) afirma que mientras la sociedad considera defectos imperdonables a las fobias y manías de las personas, llegar a comprenderlas o saber de ellas, puede facilitarnos la vida puesto que nos reconcilian con nosotros mismos y de alguna manera nos hace sentirnos un poco menos solos.

La autora nacida en la ciudad de Londres, vivió en Japón y Chile, trabajó durante años en el Daily Telegraph y actualmente se dedica a la creación literaria. El Atlas es una obra rigurosa y a la vez divertida, que ilustra 99 obsesiones que nacieron y germinaron en cada época. La elegida por mí, es una tendencia patológica a mentir y que está a tono con la etapa política que los argentinos estamos atravesando. Es una descripción que nace a partir de las investigaciones del psiquiatra francés Ernest Dupré en un artículo que escribe en 1905. Se trata de la mitomonía (del griego mythos) que carece de finalidad aparente. Los mitómanos o bien se creen sus propias mentiras o bien saben que lo son pero no pueden parar de contarlas.

La sociedad considera defectos imperdonables a las fobias y manías de las personas.

Por lo general, se mueven con fluidez entre la fantasía y la realidad, alternando casi como lo haría un niño, entre las mentiras conscientes y las ensoñaciones. El trastorno se conoce también como pseudología fantástica o mentira patológica. El mentiroso patológico, observó la psicoanalista polaca Helen Deutsch en 1922, relata una parte de su ensueño o una fantasía como si se tratase de una experiencia que ocurre en la realidad. Existe una opinión generalizada que los mentirosos fantaseadores cuentan sus historias para provocar admiración envidia, etc. en sus oyentes. Pero un mitómano no hace más que responder a una necesidad interna de comunicarlo, sin que realmente le importe la respuesta.

El mentiroso fantaseador se parece al escritor que escribe sin pensar la recepción de su obra y siguen un impulso de escapar o descubrirse mediante los relatos inventado. A veces, la mitomanía se acompaña además de la megalomanía, término que se usa con frecuencia para referirse al ansia de poder o a un deseo de control absoluto y que fue acuñado en Francia en 1866 para describir delirios demenciales de grandeza. Los delirios son comunes en la psicosis. La mitad de quienes sufren esquizofrenia los padecen, así como los dos tercios de las personas con trastorno bipolar (de acuerdo a la clasificación americana) a menudo como parte de un estado maníaco que incluye hiperactividad, euforia, habla y pensamientos acelerados y cambios de humor repentinos.

El mentiroso se parece al escritor que escribe sin pensar la recepción de su obra y siguen un impulso de descubrirse mediante los relatos inventado.

En el año 2005, un conocido periodista británico (que la autora del Atlas decide no publicar su nombre) contó públicamente que era primo del primer ministro de aquel entonces, Tony Blair. Luego afirmó que tenía poderes como Supermán. Las fobias y las manías actúan como un hechizo que dota a un objeto o a una acción de sentido misterioso y le dan el poder de poseernos y transformarnos.

Estos trastornos pueden resultar opresivos pero también encantan al mundo que nos rodea y lo convierten en algo tan escalofriante y vívido como un cuento de hadas. Ejercen una influencia física como la magia y de este modo revelan los extraños seres que los humanos somos.

Otro Atlas, esta vez el de Borges nos recuerda lo que el poeta afirma: “Mi cuerpo físico puede estar en Lucerna, en Colorado o en El Cairo, pero al despertarme cada mañana, al retomar el hábito de ser Borges, emerjo invariablemente de un sueño que ocurre en Buenos Aires”.

*Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.
Publicado en mdz

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