¿Por qué nos gusta el cine de terror?

¿Por qué nos gusta el cine de terror?

El cine de terror es un género cinematográfico que se caracteriza por su voluntad de provocar en el espectador sensaciones de pavor, terror, miedo, disgusto, horror.

El cine es una ventana al mundo. Con él hemos aprendido a vivir, como espectadores activos, nuestras fantasías. El miedo es un sentimiento que todos tenemos y en distintas etapas de nuestra vida. El cine de terror ha formado parte del ocio y del arte desde siempre: pinturas rupestres que muestran cuerpos despedazados por fieras al salir a cazar; cosmogonías que se presentan desde la narrativa donde lo amenazante va más allá de la muerte; el comic actual o la manga japonesa con una mezcla de elementos espirituales inquietantes y espantosos.

Frankestein, Drácula, la novia de Frankestein, M, el vampiro entre tantos monstruos iniciales en el Séptimo Arte, constituyeron amenazas casi siempre de carácter sobrenatural que en el final del filme, acababan por ser derrotados. La mayoría de críticos de cine opinan que en esta etapa, los relatos de terror finalizaban con un soplo de esperanza frente a la amenaza declarada. Pero frente a lo siniestro, frente a lo ominoso, Sigmund Freud plantea cómo algo familiar deviene en extraño, inquietante. Tal es el primer concepto de Unheimliche que nos presenta. Una representación de lo íntimo y familiar, conocida por un sujeto que imprevistamente se instala como extraña e inquietante. Significados: cosa inquietante; siniestra; macabra; asustadora; rara; misteriosa; extraña; fantasmagórica; etc. 

Connotaciones

  • La sensación de estar frente a das Unheimliche deja al sujeto indefenso, pues en lo extraño está lo más indefinible.
  • Es algo insidioso, astuto, no se sabe cuando llegará.
  • No se sabe de dónde proviene.
  • Lo siniestro se edifica en torno al sujeto y es grandioso. Pronto estará próximo y podrá tocarlo.
  • Hay un cierto contenido fantasmagórico que vuelve Unheimliche inaprensible e inefable, indecidible, y lo dota de cierta irrealidad o de realismo fantástico.
Frankestein, Drácula, la novia de Frankestein, M, el vampiro entre tantos monstruos constituyeron amenazas.

Etimología

La palabra heim deriva de la raíz indoeuropea kei (estar acostado), que indica lugar donde se instala. Asume el lugar de aldea (haims) y significa además casa, vivienda, patria. Sabemos por las distintas traducciones al texto freudiano que el término unheimliche ha sido dado a conocer como lo extraño, lo siniestro y lo ominoso. En esta última acepción, poco usada según Corominas, incluye la connotación de azaroso, odioso, execrable, entre otras.

Según Luz Alberto Hanns, el autor del Diccionario de términos alemanes de Freud (Editorial Lohlé-Lumen), el término siniestro en la obra completa de Freud, posee 153 derivaciones, todas inespecíficas, esparcidas en sus escritos y que son generalmente intuidas por el lector a través del contexto: de esas, las principales están en relación a lo extraño; a lo extranjero; lo extravagante y raro; lo azaroso; de mal presagio; abominable; mal intencionado; fuera de regla; accidente; penoso o desgraciado.

Nominar a lo siniestro como tal, no exige entonces, necesariamente partir desde este concepto asociado a la angustia, sino que lo entiendo cuando uno se pierde en cada rodeo por la búsqueda de una representación que resulte verdadera para quien lleva a cabo una obra y que eso mismo exige tensión. Concepto este último, entendiéndolo como tendencia, inclinación, ansia, como impulso creador de nuevos paradigmas. Asimismo, Freud trabaja sobre lo místico ubicándose más allá del estudio del caso individual y del problema demonológico delimitado en el caso del pintor Christoph Halzmann. Para un sujeto, los “demonios” son deseos intrínsecamente morales, reprensibles y derivados de la tensión que el propio sujeto intenta alejar de los otros.

El pintor al que hace referencia Freud, padecía de convulsiones, admitiendo que se debían a un pacto previo con el diablo, según el cual había prometido pertenecerle en cuerpo y alma nueve años, período que concluiría el 29 de septiembre de 1677. Freud analiza el motivo de ese pacto. Según las investigaciones realizadas, concluye que ese pacto con el diablo lo firmó para librarse de un estado de depresión provocado por la muerte de su padre. Ese pacto no impone al diablo obligación alguna a cambio de lo cual el pintor sacrifica su dicha eterna, sino que menciona una exigencia del demonio que el pintor debía satisfacer. El pintor quedaba así sometido a la figura diabólica en cuerpo y alma. Freud arriba a la conclusión que Halzmann sólo deseaba seguridad en la vida.

Construyó un camino que iba desde el padre, pasando por el diablo como sustituto paterno. La desgraciada situación del pintor no habría provocado una neurosis demoníaca de aquella época, sino su necesidad material de estar frente a su padre. A lo mejor no respondemos al interrogante del escrito, pero se fueron generando razones muy valederas en razón al momento actual de terror que estamos viviendo en nuestro país cada uno de nosotros. Más. Menos. Hace poco, una escritora argentina Mariana Enriquez, dialogó sobre el terror como metáfora política. Decía que creía en ella puesto que Frankestein hablaba con lo político y lo social y de ese miedo a que robaran un cadáver ya que cuando Mary Shelley escribía Frankestein, eso sucedía en la realidad.

Destaco, en otro orden de cosas, que han aparecido avances en el terreno de la medicina nos ha permitido vivir más tiempo y suprimir la muerte de lo cotidiano y que esto mismo pudo haber permitido su paso a la pantalla de cine: lo escabroso se muestra en ella. Sin embargo, hoy se da a ver el horror en toda su furia. El cine de terror no se lo hace fácil al espectador y lo pone a prueba, pero cuando uno se encuentra por fuera de la sala de cine, respira aliviado. El tema es cuando existe una continuación de ese miedo en la realidad que vivimos. Antes o después entendemos que aunque no podamos hacer que el miedo tenga una experiencia agradable, él será el que nos introduzca a todas las enseñanzas que hemos recibido para apartarnos. El truco es no cerrar los ojos y seguir adelante. Nada es lo que pensamos. Tampoco el miedo.

*Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.
Publicado en mdz

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