Oppenheimer y la prueba Trinity: entre la culpa y la responsabilidad

Oppenheimer y la prueba Trinity: entre la culpa y la responsabilidad

Oppenheimer se estrenó hace pocos días y pasó a ser una de las mejores películas del año, con récord de taquilla y recibiendo buenas críticas. Carlos Gustavo Motta hace un buen análisis en MDZ.

La película Oppenheimer (2023, Christopher Nolan) es la historia del científico Robert Oppenheimer y su rol en el desarrollo de la bomba atómica. Basada en el Premio Pulitzer de biografía “El Prometeo americano” (2023, Debate), los autores Kai Bird y Matin Sherwin investigan que aquél profesor cuyo apodo era Oppie, fue el hombre que en 1945 se había convertido en héroe nacional y símbolo del científico al servicio del pueblo, pero nueve años después, el presidente Eisenhower lo declaró individuo peligroso para la seguridad nacional de los Estados Unidos, haciendo de él la víctima más destacada de la cruzada anticomunista norteamericana. Los debates entre la culpa y la responsabilidad se hallan presente a lo largo del film así como la traición que lo envuelve.

Triunfo y tragedia, el sentimiento conciente de culpa persiguió a Robert Oppenheimer hasta sus últimos días debatiéndose de modo permanente tanto en su vida como en las conferencias que luego dictaba a partir de ese acontecimiento que marcó un antes y después para la humanidad toda. En el otoño de 1937, Oppenheimer conoció a Siegfried Bernfeld, discípulo de Sigmund Freud quien se instala en la ciudad de San Francisco por consejo de Ernest Jones. Le habían dicho además que sería el único psicoanalista que se iba a encontrar en toda la región. Al cabo de unas semanas de haber aterrizado en San Francisco organizó un grupo abierto para los principales intelectuales de la ciudad en la que debatían regularmente sobre psicoanálisis. Entre ellos se encontraba Eric Erikson (psicoanalista nacido en Alemania y formado por Anna Freud), Robert Lowie, renombrado antropólogo y Oppenheimer.

El presidente Eisenhower lo declaró individuo peligroso para la seguridad nacional de los Estados Unidos. Foto: CGM.

Los principales temas tratados eran sobre la psicología de la guerra y el miedo a la castración. A Oppenheimer, el único físico del grupo, se lo recordaba como una persona con un interés intenso en el psicoanálisis e incluso afirmaba su vocación por el método descubierto por Freud. Atravesado por lo Inconciente, la culpa, el remordimiento y las trágicas consecuencias que implicó arrojar una bomba atómica, no fueron suficientes los vítores de toda una población para hacerle borrar los horrores del fin de una Guerra Mundial. El genio de la lengua en que escribía podría explicar en parte la atención que Freud dedicó a la existencia de un vínculo íntimo entre la culpa y la deuda: en efecto, la palabra alemana Schuld designa tanto a la una como a la otra; el adjetivo schuldig significa a la vez culpable y deudor.

Lo imposible de pagar resuena en la omnipresencia de una culpabilidad que cobra diversas modalidades, desde el remordimiento, los autorreproches, lo inexpiable. Una desdicha interior constante. Eso muestra en parte el film donde también aparece Einstein quien en 1932 le había escrito a Freud preguntándole si existía algún camino para evitarle a la humanidad los estragos de una guerra. Freud le responde a partir de este interrogante explicándole que los conflictos de intereses entre los hombres se zanjan en principio mediante la violencia y que no es la de un individuo que se impone sino de toda una comunidad.

Para Freud, la pulsión de muerte deviene en pulsión de destrucción cuando es dirigida hacia afuera, hacia los objetos: el ser vivo preserva su propia vida destruyendo la ajena. Lo dice con todas las letras: “Mientras existan reinos y naciones dispuestos a la aniquilación despiadada de otros, estos tienen que estar armados para la guerra”. La guerra contradice actitudes psíquicas que se imponen desde cualquier proceso cultural y es por eso que nos vemos precisados a sublevarnos contra ella. No podemos soportarla. Todo lo que promueve el desarrollo de la cultura trabaja también contra la guerra.

¡Mira el video!

Esta es la frase final de la carta dirigida a Einstein de Freud. También le pide disculpas si en toda su respuesta lo ha desilusionado.

Trinity es el nombre de la prueba de la primer bomba atómica desarrollada por un equipo que a la cabeza se encontraba Oppenheimer. El lector, espectador de esta gran película de diseño del realizador Nolan, será quien pueda conversar acerca de las ideas que genera. Viejos pensamientos originados a partir del 16 de julio de 1945. El éxito de aquella explosión llevó a que días después, el 6 y 9 de agosto respectivamente, Estados Unidos lanzara dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki poniendo así fin a la Segunda Guerra Mundial.

Los cálculos más conservadores estiman que para diciembre de 1945 unas 110000 personas habían muerto en ambas ciudades, sin contar daños colaterales.

*Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.
Publicado en mdz

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