Los caminos de la obsesión

Los caminos de la obsesión

¿Cómo se negocia con la realidad cuando la imaginación se siente tan real? ¿Cómo la imaginación altera el orden de las cosas y se nos impone sin piedad? ¿Qué ocurre cuando la obsesión se encuentra en el área amorosa?

Tomemos como ejemplo la pieza teatral Ella en mi cabeza, primer texto teatral escrito por Oscar Martínez que se estrenó en 2005 y una de las obras teatrales argentinas más producidas en el extranjero. Sólo Juan Leyrado permanece desde el elenco original encarnando al psicoanalista doctor Klimosky. Lo acompañan Joaquín Furriel Florencia Raggi. Todos estupendos actores dirigidos por el increíble y efectivo realizador Javier Daulte.

Esta comedia explora el mundo interno de una persona, la vivencia que experimenta obsesivamente con su mujer y los conflictos que una pareja de varios años de convivencia tienen entre sí.

Existen conflictos muy bien representados por un Joaquín Furriel quien realiza un despliegue físico monumental manifestando de modo obsesivo expectativas donde hasta las intervenciones del analista, resultan inservibles porque la tensión sobre cualquier acontecimiento sucedido es de tal magnitud que el tiempo de resolución del conflicto tarda en llegar o directamente no existe acuerdo alguno.

Esta pieza teatral se ajusta muestra de forma simpática al padecimiento de una persona a la que se le impone una idea irresistible. Esta atormenta por su insistencia y comúnmente se la conoce como obsesión que desde el psicoanálisis se denomina neurosis Obsesiva y que de otras escuelas se la ha llamado Trastorno Obsesivo Compulsivo, es el famoso TOC que se ha difundido entre todos nosotros. 

Este trastorno de la personalidad tiene como patrón dominante la preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de una llamada franqueza y eficiencia que convierte a quien lo padece, en un Amo de todas las situaciones presentes en la vida cotidiana.

Es decir, puede preocuparse por detalles hasta el punto que descuida el objetivo principal de una actividad; muestra un perfeccionismo pero es incapaz de completar un proyecto porque no se cumplen sus propios estándares demasiado estrictos; es demasiado consciente e inflexible; le resulta difícil deshacerse de objetos deteriorados o inútiles, aunque no tengan valor sentimental.

Hay poca disposición para delegar tareas o trabajo a menos que los demás se sometan exactamente a su modo de hacer las cosas. Hay mucha rigidez y obstinación.

En la obra teatral, la obsesión se presenta en el modo amoroso: Ella en mi cabeza provoca una variación cuando ella (o él) se encuentra en el corazón: ella o él en el corazón puede rescatar el cariño que se logra además, con esfuerzo. El afecto de ambas partes recuperará la confianza perdida. Lo ideal es hacerlo a tiempo y no que el tiempo nos juegue la mala pasada del desencuentro que siempre nos conduce a lo peor.

Ella en mi cabeza, como afirma Javier Daulte, es ante todo un vertiginoso juego que no da respiro y nos envuelve con su espiralada dinámica. El juego teatral encarnado por actrices y actores es una de las maneras más fascinantes de generar una verdad más allá de lo estrictamente razonable.

Obsesión en la vida cotidiana con las variables aquí presentadas -una o más- estamos en presencia de algo que nos interrumpe en nuestro propio bienestar. Con el doctor Klimosky o con cualquier otro profesional que cada uno elija, será adecuado revisar esas actitudes, sobre todo cuando nos relacionamos con los demás y nuestros propios pensamientos no dan respiro alguno. Si de obsesiones se trata, la mejor será intentar de encontrarnos con la felicidad.

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