Van Gogh: de la locura a la creación

Van Gogh: de la locura a la creación

Incomprendido para su época, no sólo luchó con los prejuicios de la pintura clásica sino que la batalla que emprendió de modo personal fue con sus propios pensamientos, donde su locura fue el artífice principal por sobre la mirada de los otros.

De carácter impactante, la exposición inmersiva Imagine Van Gogh en La Rural resulta una experiencia única que transmite el espíritu del pintor holandés en su máxima expresión. Ofrece una nueva perspectiva sobre su trabajo y recrea un diálogo del público con su obra magnífica. Las imágenes se proyectan sobre una compleja estructura que ocupa la totalidad del espacio expositivo creando condiciones para la inmersión.

La muerte de Vincent Van Gogh a los 37 años y las difíciles condiciones económicas en las que vivió, contrastan con su fama póstuma y las cifras astronómicas por las que se valoran sus obras. Una anécdota impactante la refleja: Van Goh atravesado de deudas decidió llevar en una carretilla algunas de sus obras y pagarle a su acreedor quien rechaza de plano aquella oferta. Una vez que Van Gogh se retiró, la mujer del acreedor le dijo que había sido una lástima, que al menos se hubieran quedado con la carretilla. 

En los años 60, el cineasta y fotógrafo Albert Plécy, amigo de grandes realizadores como Robert Doisneau, consiguió un método de visión total al que llamó la Image total y presentó en 1977. La misma fue mejorada gracias a la tecnología y al trabajo de su nieta, Annabelle Mauger -una de las creadoras de la muestra inmersiva de Van Gogh que todavía se puede disfrutar en Buenos Aires-. 

La enfermedad mental de Van Gogh, diagnosticada a finales de 1888, fue descripta como una especie de epilepsia. Entre 1889 y 1890 estuvo internado en el manicomio de Saint-Paul de Mausole, cerca de Saint Remy de Provence. Allí le brindaron dos habitaciones, una para dormir y otra para utilizar como taller. También se le permitía hacer excursiones al aire libre para pintar. En un fragmento de una carta dirigida a su hermano Theo le decía que había hecho bien en ir allí ya que al ver la realidad de los locos y lunáticos estaba perdiendo su temor. Además afirmaba que, poco a poco, comenzaba a considerar que la locura era una enfermedad como cualquier otra.

A pesar de su frágil estado, intercalado con episodios de depresión, Van Gogh seguía siendo consciente de la situación y no dejaba de leer libros y críticas de arte manteniendo a través de los mismos un lazo con el mundo y el mercado del arte. Mientras tanto, su salud navegaba entre intensos períodos de melancolía y euforia creativa.

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