La directa relación entre el arte y la locura

La directa relación entre el arte y la locura

La inspiración de las personas creativas parece ser con frecuencia, el resultado de su excentricidad y se la relaciona con la locura que se intenta homologar con su convivencia necesaria para ser artista. Así lo describe este finde, Carlos Gustavo Motta en MDZ.

Desde este prejuicio tan común conviene establecer la diferencia entre la locura, considerada como un desorden de la mente y la lucidez que lleva a estados de soledad y sufrimiento frente a los límites y deformaciones que la sociedad puede imponer. La idea del genio loco estuvo en boga en el siglo pasado. Salvador Dalí fue uno de sus mayores representantes que se caracterizaba por actuar su inestabilidad mental y emocional.

El declinar de la saludad mental, en esos casos, es en general acompañado por el declinar de la capacidad profesional y las mejores obras son producidas en épocas de lucidez. Salvador Dalí en su estadía en la ciudad de Londres, el 19 de julio de 1938, visitó a Freud, quien ya exiliado, acepta un encuentro con el pintor catalán conjuntamente con el poeta Edward James y el escritor Stefan Zweig. Freud quien mantenía correspondencia con este último, le escribe: Hasta ahora me inclinaba a pensar que los surrealistas, que parecen haberme elegido como santo patrón, eran unos locos absolutos (pongamos que el 95% como el alcohol).

Pero el joven español, con sus ojos cándidos y fanáticos y su innegable maestría técnica, me ha sugerido otra apreciación y a reconsiderar mi opinión. De esta visita, Dalí nos deja la siguiente impresión: Contrariamente a mis esperanzas, hablamos poco, pero nos devorábamos mutuamente con la vista. Freud sabía poco de mí, fuera de mi pintura, que admiraba, pero de pronto sentí el antojo de aparecer a sus ojos como una especie de dando del “intelectualismo universal”. Supe más adelante que el efecto producido fue exactamente lo contrario.

Antes de partir de ese encuentro, Dalí quiso darle una revista donde figuraba un artículo suyo sobre la paranoia. Freud no prestó atención a aquella revista, Tratando de interesarlo, Dalí le explicó que no se trataba de una diversión surrealista, sino que era realmente un artículo ambiciosamente científico. Ante la imperturbable indiferencia de Freud y dirigiéndose a Stefan Zweig, exclamó: “Nunca vi ejemplo más completo de español ¡Qué fanático!”

Foto: CGM.

Esta anécdota tiene variaciones escritas por el propio Dalí, mostradas en su Diario de un genio. Allí escribe que el cerebro de Freud es uno de los más “sabrosos e importantes de la época” y también es el caracol de la muerte terrestre. El cerebro de Freud para Dalí, es donde reside la esencia de la tragedia: Años después, cuando Dalí encontró a Stefan Zweig y a su mujer en ocasión de una celebración en la ciudad de New York le preguntó cuál había sido realmente la reacción de Freud en presencia de su retrato.

El escritor austríaco sólo respondió con evasivas. Únicamente al leer el final de su libro póstumo y autobiográfico de aquél, El mundo de ayer, Dalí supo inmediatamente la verdad: Zweig le había mentido. Según el párrafo leído de la obra mencionada, “el retrato de Dalí presagiaba de una manera clara la inminente muerte de Freud”, y nadie se había atrevido a mostrárselo, temiendo sobresaltarlo innecesariamente, sabiendo que era víctima de un cáncer terminal.

Recuerdo mi estadía en Londres, en el verano de 2006. Visité el Museo de Freud en Marensfield Garden. En la Oficina de Turismo de la ciudad, nadie supo decirme cómo tenía que llegar al museo. Finalmente, un taxista inglés me llevó a bordo de un black-cab. Allí él me explicó que no era un museo muy visitado y que sí en cambio, lo hacían muchos psicoanalistas. A la mejor manera de Holmes, y haciendo gala de su tierra, él había deducido que lo era.

Una vez allí, el famoso cuadro pintado por Dalí, el mismo que hago referencia, lo encontré ubicado en un palier sobre las escaleras que conducen al primer piso de la casa. Alejado del consultorio de Freud e intentando pasar desapercibido, quizá para que el fantasma de Dalí, no perturbe al maestro descubridor del inconciente. La idea del trabajo de un artista encierra la organización y reorganización de determinado modo de percibir la realidad a través de distintas formas, texturas y colores. El arte, con seguridad, es la mayor expresión de la vida humana.

La que transforma en verdad y belleza toda la angustia, conflicto y oscuridades que encierran nuestra alma y nuestra mente.

Así, confundirla con una manifestación de desequilibrio es solo una señal de mala fe con respecto a su característica básica: la de ser renovadora y encontrarse dentro de una actividad que nos mantiene con un proyecto presente. Descartando la concepción peyorativa de loco y enfermo, se procura identificar en la lógica de la psicosis lo que existe de tentativa de comunicación en profundidad, de mensaje para aquellos que se encuentran “sanos”.

*Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.
Publicado en mdz

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