En búsqueda de la felicidad

En búsqueda de la felicidad

La felicidad es el estado emocional de una persona feliz. Es la sensación de bienestar y realización que experimentamos cuando alcanzamos nuestras metas, deseos y propósitos.

Si por una suerte extraña atravesamos la vida encontrándonos solamente con gente desdichada, no es accidental, no es porque no pudiese ser de otro modo. Uno piensa que la gente feliz, debe estar en algún lado. Pues bien, si no se quitan eso de la cabeza, es que no han entendido nada del psicoanálisis. El epígrafe de la nota hace referencia a un texto de Jacques Lacan del Seminario Las Psicosis (1955, Paidós) y es el mismo que utiliza Gabriel Rolón en su último libro recientemente publicado “La felicidad. Más allá de la ilusión” (2023, Planeta).

También es el comienzo de un trabajo de Fabián Schejtman, Profesor de la Universidad de Buenos Aires en la Facultad de Psicología, en la cátedra de Psicopatología, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, autor de Philip Dick con Jacques Lacan (2023, Grama).

Uno piensa que la gente feliz, debe estar en algún lado. Foto: MDZ

Ambos autores, en diferentes escritos, se interrogan por la felicidad llegando a la conclusión de que no la hay pero indican que la que hay por un lado y que no puede haber. No es un trabalenguas. Es el costo de la búsqueda de la felicidad plagada de obstáculos en la cotidianidad, en la convivencia, en la competencia, en la conveniencia. En definitiva, la que anda paseándose entre los seres hablantes.

Gabriel Rolón, acostumbrado a escribir sobre el amor, la soledad, la esperanza, los duelos se encontró con un desafío para cualquier psicoanalista: escribir sobre la felicidad. Afirma que ha sido el libro que más le costó escribir y confiesa una sensación extraña que resulta de un claro neologismo entre la palabra falta y felicidad. La faltacidad.

Me permito transcribir un párrafo del libro: “No somos un recipiente que pueda alojar la felicidad para siempre. Por el contrario, somos un continente que tiene entrada y salida. Entonces, a veces la felicidad pasa por nosotros y nos conmueve. Pero se irá, y sería un error tratar de retenerla, porque en el intento dejaríamos escapar ese instante en que podríamos haber sido felices”.

No se puede guardar la felicidad aunque podamos conservar el momento en una foto de Instagram. Incluso la emoción de esa ocasión será el recuerdo de una experiencia y como afirma el propio Aristóteles, la felicidad sólo es un instante. Existe un relato de unos habitantes de un bosque: una tortuga, una luciérnaga y un gusano. Entre ellos había una gran amistad y no hacían nada el uno sin el otro.

No se puede guardar la felicidad aunque podamos conservar el momento en una foto de Instagram. Foto: MDZ.

Hacía tiempo que la tortuga y la luciérnaga no veían al gusano quien siempre se lo veía feliz, divertido, alegre. Y últimamente postergaba los encuentros. Siempre a las invitaciones de la tortuga y la luciérnaga, el gusano respondía “iré otro día”. Deciden ir a verlo y el gusano les explica que no quería salir. Que sólo se sentía cómodo en su casa. La tortuga y la luciérnaga se retiran sin saber cómo había llegado a esa situación.

El gusano se sentía triste y abatido, hasta que un día una mariposa brillante, resplandeciente, irrumpe a su alrededor. ¡Era tan bella! Y le transmitió paz. Y todas las sensaciones que le faltaban: lo que importaba realmente, su futuro, que era valioso para la tortuga y la luciérnaga. Que era feliz porque podía disfrutar de las pequeñas cosas. En su libro, Gabriel Rolón nos alcanza su pensamiento acerca de la felicidad que no es el éxito ni la completud. Tampoco es algo que se encuentra al satisfacer lo que se espera de nosotros. La felicidad no es la euforia porque lo que se encuentra en exceso, lastima y enferma.

Propone un desafío. No nos refugiemos ni en el pasado ni en el porvenir. La felicidad es urgente. Es aquí y ahora. Y no es con todo. Este libro es una invitación a ver la felicidad con nuestro principio de realidad puesto que el Yo, nuestra conciencia, se engaña fácilmente y también se ilusiona del mismo modo. Cuando eso ocurre, el derrumbe de lo que hemos pensado, la desilusión tiene consecuencias desastrosas. Recordemos la frase del gran narrador sin novela, Jorge Luis Borges: He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer: no he sido feliz. Confesando su felicidad de modo tardío por su amor a María Kodama.

Y a lo mejor, la felicidad es eso.

Momentos buscados por todos nosotros que nos inundan de alegría donde el otro se encuentra presente. Aunque sea de a ratos.

*Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.
Publicado en mdz

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