“Freud era el detective de la otra escena, el que podía investigar más allá de los hechos”

“Freud era el detective de la otra escena, el que podía investigar más allá de los hechos”

El aporte de los clásicos de la literatura universal al psicoanálisis, que permitieron a Sigmund Freud reafirmar sus observaciones clínicas, aparece en “Freud y la literatura”, un revelador ensayo donde el psicólogo y psiquiatra Carlos Gustavo Motta aborda un costado poco difundido del médico vienés.

El aporte de los clásicos de la literatura universal al psicoanálisis, que permitieron a Sigmund Freud reafirmar sus observaciones clínicas, aparece en “Freud y la literatura”, un revelador ensayo donde el psicólogo y psiquiatra Carlos Gustavo Motta aborda un costado poco difundido del médico vienés, que revolucionó la mirada sobre el ser humano al investigar los conflictos y tensiones latentes en el inconsciente.

“Si se piensa que el premio más prestigioso que obtuvo en vida Sigmund Freud fue el Goethe de literatura puede percibirse la importancia que ésta tuvo en su formación y en los elementos que le aportó a su creación”, sostiene Motta en el libro, en el que destaca el rol del psicoanalista como lector atento, que encontró en la literatura “elementos que enriquecen y preceden a muchos de los conceptos del psicoanálisis”.

El entramado entre los aportes de la ficción literaria al psicoanálisis y la observación clínica que Freud condensó en sus tratados sobre el tema forman parte de la obra, editada por Paidós, que incluye además aspectos de la personalidad del médico y su pasión por la lectura, que lo llevó a aprender español para poder leer a Cervantes.

“Si se piensa que el premio más prestigioso que obtuvo en vida Sigmund Freud fue el Goethe de literatura puede percibirse la importancia que ésta tuvo en su formación y en los elementos que le aportó a su creación”

Así, en el libro aparece el recorrido de obras y autores que abordó Freud como “Edipo Rey”, de Sófocles; “Hamlet”, “Otelo” y “La tempestad”, de William Shakespeare; “El delirio y los sueños en la Gradiva”, de Wilhelm Jensen, donde analiza el impulso creador; el abordaje de lo ominoso en obras de Ernst Hoffman; “El judador” y “Los hermanos Karamazov, de Dostoievski, para hablar del parricidio; así como Thomas Mann, Goethe, Rilke y Schiller, entre otros.

“Freud citaba a Shakespere desde los ocho años, conocía piezas enteras y podía declamarlas de manera perfecta y en su idioma original. En sus casos clínicos encuentra dramas subjetivos y tragedias individuales y familiares dignos de la pluma del escritor inglés”, dice Motta, en la obra.

El libro incluye, además, una entrevista con el escritor y psicoanalista argentino Germán García, quien ofrece su punto de vista sobre la influencia del psicoanálisis en la escritura y la evaluación del principio del placer en la escritura; así como un glosario con términos propios del psicoanálisis.

Motta, que es psicoanalista, psiquiatra, realizador cinematográfico y miembro de la Aosciación Mundial de Psicoanálisis, sostuvo en diálogo con Télam que leer a Freud es “volver a un clásico” y consideró que “los psicoanalistas debemos continuar orientándonos hacia él con la actualización que puede permitirnos Lacan y hacer una articulación de la época que nos toca vivir”.

– Télam: ¿Cómo surge la idea de abordar este vínculo que Freud tuvo con la literatura?
– Carlos Gustavo Motta: Inicié una serie de ensayos sobre el arte en Freud, que continué con películas que Lacan vio y aplicó al psicoanálisis. A Freud lo ubico como lector desde niño, lo que alimenta sus estudios posteriores como médico. Vemos a un personaje inquieto, curioso, que va más allá de lo que la información científica de la época le brindaba, en relación a la medicina. Entonces a partir de ahí voy tomando ese interés que siente por la lectura e investigo lo que es la Viena de fin de siglo en cuanto a los acontecimientos culturales de su época.

– T: Además de sus lecturas, ¿qué contemporáneos aportaron a las teorías psicoanalíticas de Freud?
– C.G.M: La experiencia que tiene con Jean-Martin Charcot (neurólogo francés y profesor de anatomía patológica) le permite pensar que en el ser humano hay algo más que las manifestaciones somáticas. Charcot ubica la cuestión de la histeria con la historia de la persona y le enseña a Freud lo que significa un síntoma, porque el síntoma de la histeria no respetaba algo orgánico ni anatómico. Entonces lo que observa en “Interpretación de los sueños” empieza a verificarlo en los estudios sobre esa patología. En algún punto, la llave del psicoanálisis está en el trabajo que Freud realiza sobre el estudio de los sueños.

– T: La personalidad de Freud sorprende en cuanto a su apertura y a su idea de cómo las demás disciplinas debían aportar al psicoanálisis…
– C.G.M: Freud pensaba que si había una escuela de psicoanálisis, los estudiantes tenían que saber historia, literatura, pintura, escultura porque supone un aporte ampliado a lo que significa el discurso de un analizante. También venía trabajando en relación al cine y por eso tenía ganas de conocer a Chaplin. Me sorprende el esfuerzo que hace por aprender castellano para leer a Cervantes y prefiere no leer a Nietzsche para no influenciarse respecto de él, aunque hay cosas que ha tomado en su ensayo “Más allá del principio del placer”.
Cuando fui a Londres visité la casa donde vivió y observé que en su biblioteca no había libros de psicología, sino clásicos de la literatura universal, lo que demuestra que tenía una ‘necesariedad’ de leer a los clásicos para ir construyendo la teoría psicoanalítica.

– T: ¿Qué encuentra Freud en la obra de los escritores que le permite confrontar con el psicoanálisis?
– C.G.M: Creo que como lector, encuentra en el nivel discursivo otra escena que va mas allá de lo que escribe el autor, y que él puede verificar en la observación clínica. La teoría de la narración tiene distintos niveles discursivos, y en ese sentido Freud se anticipa a la semiología.
Por ejemplo, analiza cómo aparece la fantasía del doble en Dostoiesvski, que se verifica en la clínica, y hoy vemos cómo el doble termina siendo una obsesión para Borges: el escritor podía encontrar en un doble a alguien que podía ver, y de esa manera está desplazando algo que él quizá podía sentir como falta.
Creo que Freud tenía todos los elementos para ser el detective de la otra escena: poder investigar mas allá de los hechos. El discurso le permite al paciente encontrarse con la otra escena, porque a través de la interrogación que propone el método mayéutico de Sócrates el paciente encuentra una respuesta posible, que nunca es única en el psicoanálisis.

– T:¿Cómo Freud fue construyendo el complejo de Edipo, fundante del psicoanálisis?
– C.G.M: Comienza como observador, y con los “Tres ensayos sobre la teoría sexual infantil” empieza a darle la palabra al niño que antes no la tenía y dentro de esa palabra está la cuestión de la sexualidad infantil, algo que no se le perdonó en la época.
Sófocles, como creador del teatro, ubica una tragedia que seguramente aparece desde un lugar dramático como el asesinato al padre y el incesto con la madre que engendra hijos malditos.
Lo que Sófocles hace es orquestar una tragedia llevada al teatro y Freud orquesta esa tragedia llevada a la teoría, entonces Edipo permanece como una figura mediadora que ubica sus raíces en el mito.

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