El poder de las palabras

El poder de las palabras

Los engranajes de la memoria y el lenguaje se vuelven visibles en los fallos, en los actos fallidos, como en la lectura o en el balbuceo de un niño o en las palabras que se nos quedan en la punta de la lengua.

Esto lo afirma Mariano Sigman, autor de El poder de las palabras (2022, Editorial Debate) quien propone cambiar tu cerebro y tu vida misma, sólo conversando. Asimismo combina historias de vida con los avances de la neurociencia e intenta explicar cómo el arte de conversar mejora nuestras decisiones, ideas memoria y emociones. El autor divide las conversaciones en buenas y malas. Las buenas se practican con poca gente donde hablar indica que todos pueden escucharse y existe en los integrantes, voluntad de aprender y facilitar la revisión de creencias favoreciendo “puntos de vista”. De este modo se detectan prejuicios y al tener mayor tolerancia y menos frustración las decisiones resultan precisas. Ponerse de acuerdo consolida la sabiduría colectiva.

En las conversaciones que Sigman denomina malas, hay mucha gente donde hablan pocos y nadie escucha. Existe la voluntad de convencer que provoca locura colectiva puesto que hay una intención de polarizar donde consiste la división grupal: cada grupo se escucha a sí mismo y no hay acuerdo. Christiane Alberti es Analista Miembro de la Escuela de la Causa Freudiana y actual Presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Se encuentra en Buenos Aires con motivo de la 31 Jornada de la Escuela de la Orientación Lacaniana “El cuerpo que habito” y ella también destaca el valor de la palabra pero de otro modo: afirma que el psicoanálisis es una experiencia de palabra y que en nuestra época, la que nos toca vivir, se la encuentra desvalorizada. Nos recuerda que la existencia de lo inconsciente resulta posible en el dispositivo analítico, allí donde la palabra tiene valor porque se la aloja en un espacio personal.

Brindarle la palabra a la persona que padece, quien se encuentra mortificada por momentos donde percibimos el derrumbe singular, encuentra su decir alojado asimismo en el cuerpo. Para Sigmund Freud la palabra es el instrumento esencial del tratamiento anímico. Cada día se encuentra más presente las investigaciones que ha llevado a cabo el maestro vienés: las palabras son sin duda, los principales mediadores del influjo que una persona pretende ejercer sobre los otros. Las palabras son medios para provocar alteraciones anímicas en aquel a quien van dirigidas y Freud asegura que las mismas pueden eliminar fenómenos de carácter patológico, tanto más aquellos que a su vez tiene su raíz en estados anímicos.

Hay perspectivas ciertas actuales que cada vez más, las neurociencias se acercan al psicoanálisis. Los métodos de ellas van por el camino de ahondar, profundizar los procesos de la vida anímica misma que Sigman menciona desde la investigación a rincones caprichosos y entrañables de nuestra vida y que Freud comenzó a indagar desde Tratamiento psíquico, tratamiento del alma, artículo de 1890. Este camino nos conduce a ideas ya visitadas: temperar el juicio, ser amable con uno mismo, tomar perspectivas, resignificar nuestra felicidad, no alimentar la vanidad.

Conectarse con la palabra en las experiencias afectivas cotidianas pero sobre todo, con aquella palabra perdida. Aquella que va a permitir iniciar nuestro inmenso y maravillo viaje que es nuestra vida misma.

*Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.
Publicado en mdz

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