Las películas que lacan vio y aplicó al psicoanálisis

Las películas que lacan vio y aplicó al psicoanálisis

Nota de prensa sobre Las películas que Lacan vio y aplicó al psicoanálisis con motivo de la inclusión del libro en la colección Biblioteca Fundamental de la Psicología de Editorial Paidós y distribuido por el diario La Nacion. 25-04-16.

Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y realizador de cine, es miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y preside el capítulo Psicoanálisis y Cine de la Asociación Argentina de Salud Mental. Realizó dos cortometrajes: Iconos, por el que fue finalista en Telefé cortos, y Las películas que vio Lacan. Es, además, el autor de este libro, resultado de un trabajo que presenta hace algunos años a manera de conferencias con cortometrajes y recorrido por las citas bibliográficas, seminarios y escritos en los que Lacan hizo referencia directa a películas y directores.

Carlos intenta y propone salirse del “cine debate”, de la explicación desde el psicoanálisis del guion, o la interpretación “silvestre” del director, o de los personajes. Su apuesta es “ir en contra del sentido”, propuesta del psicoanálisis lacaniano y sostiene que no existe articulación “cine-psicoanálisis” con empeño traductor de un discurso a otro.

El cine enriquece la teoría, “psicoanalizar” no produce el mismo efecto. El autor considera que el aporte del psicoanálisis es del orden del Uno por Uno, esta es la marca de lo lacaniano, no solo respecto al arte sino como fundante de su práctica.

¿Es un libro para psicoanalistas? Sin dudas, y para aquellos que disfruten del cine también, pero creo que los más beneficiados seremos los del ámbito psi. Cualquiera puede acercarse a este trabajo, es para leer con un DVD o una computadora cerca y dejarse llevar por las películas que menciona, Motta nos simplifica la tarea de búsqueda-a manera de invitación- con un fichaje de films con todos los datos, además de la bibliografía citada. Es la oportunidad de dejarse llevar por las imágenes y por un tiempo distinto; el arte, no satisface, genera agujeros “no se lleva bien con la prisa“, y también era otro el tiempo de filmar de algunos de los clásicos citados.

No se encontraran resúmenes de los argumentos, excepto con la película Él, de Luis Buñuel, quizás por el interés que provocó en la crítica francesa o por la participación indirecta de Salvador Dalí en su guion. Esta película fue reconocida por Lacan, comentándola entre sus alumnos por su “carácter documental” acerca de la paranoia. Además de lo interesante que resultará ver esta película y seguir los textos que el libro propone, es una manera de recordar, como nos dice Motta, que “es la obra de arte la que se aplica al psicoanálisis y no a la inversa“.

Quiero hacer un aparte en relación al concepto de contratransferencia. Lacan ha criticado a lo largo de su obra la utilización de la contratransferencia y Carlos realiza un contrapunto entre estas críticas y el cine, para delinear cuál en la posición del analista para Lacan, el concepto de Sujeto supuesto Saber y la indicación precisa de “cuestionarnos como analistas cuando aparece un afecto, a fin de posicionarse óptimamente en la dirección de la cura“. No hay simetría en el tratamiento, “el analista en el dispositivo analítico, no es un sujeto, puesto que actúa como un semblante de objeto a“.

Toma aquí dos films mencionados por Lacan para ilustrar, Psicosis de Hitchcock, y De repente un verano de Mankiewicz, con guión de T. Williams. Tanto el Dr. Fred Richmond como el médico psiquiatra John Cukrowicz se muestran encantadores, y esto siempre aparece como obstáculo: “el análisis es la única praxis en la que el encanto- así articula encanto y contratransferencia- “es un inconveniente. ¿Acaso alguien ha oído hablar de un analista encantador“? Es un punto de partida posible para dividir aguas con respecto a nuestro quehacer donde la oferta de espacios terapéuticos se ha multiplicado, más del lado de los “encantadores”.

El cine como el arte, enriquece cualquier mirada, que como disparador “fecunde” en nuestra práctica. No habla en sí del sujeto que mira, pero sin duda esa ficción puede impactar de tal manera que de origen a alguna pregunta, alguna sonrisa, una lágrima, y rompa con la inercia de nuestra prisa contemporánea. De esto se trata, de lo ficcional en juego, que articulado con el campo escópico es una línea de trabajo posible que propone el autor como aportes del psicoanálisis al cine.

Sobre el final, Motta sostiene que las contribuciones de nuestro discurso a las producciones cinematográficas son infinitas. Creo que el arte, el cine obviamente como tal, ha sido aún más generoso con nuestro discurso. Trabajos como el de este autor muestran que algunos psicoanalistas lo retribuyen, y proponen un espacio de reflexión para desarrollar, como él ambiciona, su inscripción en la historia del pensamiento.

Gabriela Peralta. Psicoanalista.

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