Relatos que enseñan, palabras que curan

Relatos que enseñan, palabras que curan

Hay ciertos relatos orientales que provocan resonancias en nuestro interior y a veces pueden acompañarnos en momentos intensos de crisis.

Ciertos relatos orientales muestran sabiduría de los llamados maestros taoístas. Se trata de escritos breves orientados a esclarecer experiencias humanas referidas al nacimiento o la muerte, los placeres, las pérdidas, o aquellos momentos donde sentimos que todo se derrumba.

Estos cuentos son mucho más que simples reflexiones y recurren a una estructura narrativa donde la brevedad resulta su característica principal pero también su efectividad. Sus contenidos, elaborados desde la conciencia, provocan resonancias en nuestro interior y a veces pueden acompañarnos en momentos intensos de crisis subjetivas donde la mayoría de las personas se refugian en su propia soledad y donde estos relatos se dirigen al encuentro con el otro, al inicio de un restablecimiento del lazo social profundamente cuestionado por la situación disruptiva que vivimos provocada por la intensa cotidianidad que nos rodea.

Son textos donde se descubren modos de vivir en armonía con las fuerzas de la naturaleza y del mundo, pero también con las fuerzas interiores de nuestra propia naturaleza haciendo hincapié en ser fiel con uno mismo. De sus lecturas aprendemos que para ser libres debemos ser capaces de funcionar con el cambio, no contra él. La sencillez es el mejor modo de orientar nuestro camino donde la humildad y la flexibilidad hacia los otros y hacia las cosas respectivamente, brindan soluciones.

Es el caso del emperador donde las cosas le iban de mal en peor en su gobierno: hiciese lo que hiciese, todo salía mal. Tenía conflicto por todos los frentes: con su familia, con sus ministros, con su pueblo. Consultó con sus consejeros, con sus astrólogos pero el éxito que le auguraban las constelaciones estaban proporcionalmente aumentados con sus fracasos continuos. Entonces decidió visitar a un sabio que vivía en la cumbre de una montaña. Al encontrarlo, luego de varias peripecias personales le suplica que le de algún consejo sobre el mejor modo de gobernar su país mientras notaba que el sabio no estaba sentado sobre una roca, sino que flotaba a sólo unos centímetros del suelo. “No sé nada sobre cómo gobernar un país” –respondió el sabio- “pero puedo decirle que para gobernar un país entero hay que saber gobernar la propia vida. Ante mí veo a un hombre lleno de dudas y preocupaciones provocadas en su mayor parte por otras personas para su propio beneficio. Por lo tanto, le pregunto a usted: si la vida del Emperador es un caos, ¿cómo va a ser capaz de gobernar un país correctamente?”.

El “¡Conócete a ti mismo!” resulta una declaración de principios filosófica que va más allá de cualquier relato. La vida actual está repleta de situaciones que generan estrés y ansiedad. Todo va tan rápido en esta época que el filósofo coreano Byung-Chul Han en su última publicación reflexiona sobre la digitalización que nos aturde por el frenesí de la comunicación y la información que provoca una gran alteración en la esfera política, donde la difusión constante de noticias falsas o discursos contradictorios influyen en la formación de la opinión pública. Ese cambio estructural de la esfera pública por el mundo digital lo llama Infocracia.

Esperanza y salud van de la mano

28/05/2022

No es el avión, es el piloto

28/05/2022