Presentación del libro de Sergio Zabalza

“Intimidades en Internet. Versiones de lo íntimo, público y privado e la era del ciberespacio”

Buenas noches.

Comenzaré con los agradecimientos.

A los presentes donde veo caras conocidas; a quienes integran la mesa de presentación, colegas estimados; al autor de este libro, Sergio Zabalza, quien ha pensado en mí para este evento de importancia para el escritor que es y al psicoanalista que lo habita en su práctica clínica.

Me gustaría introducir un concepto al que he denominado La invisibilidad de lo virtual, en relación a un escrito de Peter Brucke. El término que empleo está directamente inspirado en su libro Lo visto y lo oído.

Es un término que relaciono con el necesario establecimiento de la diferencia entre lo virtual y lo real, pero este último, desde la realidad misma, alejado de la connotación de dimensión, campo o registro.

La invisibilidad de lo virtual es un término flou, desenfocado, borroso, indistinto. Una etiqueta del mundo que nos reenvía a cuestiones conocidas pero vagamente definidas:

Televisión / Chat en Internet/Prodigios de la imaginería numérica/ Los videos juegos/ Los teléfonos portátiles/ el campo de la informática/ los nuevos formatos del cine/ los medios de comunicación

Podemos plantear lo virtual inicialmente como quiebre del principio de realidad.

También podemos pensarlo como la capacidad de construir otra escena, con el interrogante si permite crear una nueva forma, un nuevo discurso que intente construir lazo social.

Las críticas abundan, desde virtualizar las relaciones afectivas, las laborales, las sexuales, hasta hacer consistir una realidad que ni siquiera es “otra escena” puesto que esta denominación remite a lo inconciente y en esta invisibilidad de lo virtual se pone en juego no querer saber.

La invisibilidad de lo virtual planteada y mencionada así en la época que nos toca vivir, es una nueva forma de subjetividad? Una nueva forma de no querer saber nada de la angustia? Observamos hoy sus esbozos, sus inicios, sus primeras intervenciones humanas, en una nueva posición con el otro que se instala de modo definitivo entre nosotros.

Recuerdo que en algún momento se debatía, hace algunos años atrás, si era posible el amor desde el chat, y sí, efectivamente en poco tiempo obtuvimos la respuesta, se hizo posible. Ya nadie puede resguardarse de semejante influencia.

Es que afirmamos como Shakespeare y desde una frase predilecta de Freud, pronunciada desde los orígenes del psicoanálisis: Hay en el cielo y en la tierra más cosas que tu filosofía puede enseñar.

Hace poco vi un film donde una joven mujer acosa a un joven varón. En un momento, para que la historia se desarrolle de una manera clásica, la joven arroja el celular del muchacho a la pileta y a partir de allí puede desencadenarse la historia.

Marshall McLuhan desarrolló un axioma lleno de consecuencias “estamos saliendo de la edad de lo visual y entrando en la edad de lo auditivo y de lo táctil” argumentación que se consolida en las premisas de que nos convertimos en lo que contemplamos y de que modelamos nuestras herramientas y luego éstas nos modelan a nosotros.

Reconocemos la ingravidez y el carácter autosuficiente de lo virtual y verificamos que describimos un mundo en el que las personas pasan la mayor parte de sus vidas en espacios cerrados en los que domina la ley de las imágenes. Lo virtual es un truco, una ilusión, un engaño puesto que por un lado organiza el mundo y por el otro nos exime de experimentarlo en su realidad.

Del Ataque de Pánico hemos pasado a la Era del Autismo Generalizado, algo así como una implosión de los afectos que provoca una hostilidad por ahora permanente entre los Terapeutas que se dedican al Cognitivismo y aquellos que nos dedicamos al Psicoanálisis. No importa, dirá Lacan, es la Religión que triunfará.

Pero con este comentario también se apunta a la creencia. Acaso no somos hombres de fe por creer en lo inconciente?

Vuelvo entonces a él, a destacar lo necesario y lo legítimo del término inconciente aún en el siglo XXI y felicito a Sergio Zabalza por su nueva propuesta que nos hace llegar cómo lo inconciente está vivo.

Intimidados en Internet. Versiones de lo íntimo, público y privado en la era del ciberespacio tiene diversas modalidades de lectura. Prologado por nuestro amigo Alberto Santiere a quien agradezco su Dirección Editorial en la Revista Imago Agenda, el libro tiene cinco nudos principales: Intimidad: dicho mansión; Íntimo, público y privado; El estadio digital del espejo; Whatsapp: el doble tilde es Dios; Del panóptico al sinóptico.

Podemos jugar con el título del libro Intimados versus Intimidades.

Cada uno de estos términos se aleja del otro. Los miedos personales, aquellas cosas que nos intimidan, nos provocan un sentimiento inicial de alejamiento del objeto temido.

Esos miedos determinan en el sujeto vivir con sobresaltos. Los mismos que señala Lacan en el Seminario de La Angustia cuando nos recuerda el relato de Chejov “El miedo” y que en síntesis dice que aquella luz que brilla en la ventana ante la presencia de una casa completamente deshabitada, ubica en el lugar de la incertidumbre los pensamientos del protagonista y en consecuencia su posición subjetiva. Ese miedo luego habita nuestra intimidad y hoy tenemos la posibilidad de hacerlos íntimamente e imaginariamente públicos por Internet. Tener incluso la sensación de compartir el lazo social a través del Me gusta.

No es sólo enunciar cosas, sino ser correspondientes con la acción del enunciado. Sergio es el sujeto del enunciado que habita su ser en el sujeto de la enunciación.

Casos clínicos, posición crítica frente a los acontecimientos cotidianos, los distintos y dis-tontos malosentendidos del discurso amoroso, lo que a veces está puesto allí, a la vista de todos y la modalidad de Zabalza de despejarlos, deconstruirlos y volver a brindarnos un punto de vista alimentados con humor y a veces con ironía. Habitar el lenguaje.

Cómo se hace? Sergio nos trae un nuevo libro que debe apreciarse lentamente, donde exige reflexión, un movimiento de lectura con detenimiento, subrayarlo, releerlo, algo que parece imposible y absurdo en donde, parafraseando a Michel Houellebecq, todo fluctúa, nada tiene validez permanente, ni las reglas, ni las cosas, ni los seres humanos. Un libro exige un lector y hace con él, lazo social, es la Política del libro, afirmo de manera tajante.

Habitar el lenguaje.

Habitarlo provoca lo que hoy sucede aquí entre nosotros, que nuestro colega, nuestro amigo, presente este libro lleno de realidad para que lo virtual se incorpore a nuestra vida y no que nuestra vida pueda perderse en los laberintos de lo virtual.

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