VIH y la fiesta de las pandemias

VIH y la fiesta de las pandemias

Inspirado por el estreno en teatro de La fiesta de los chicos, con Tomás Fonzi, el autor reflexiona

En 1968 se estrenó en Brodway The boys in the band de Mart Crowley que coincidía con el célebre movimiento del colectivo LGTB en el pub Stonewall del Greenwich Village en la ciudad de New York. La versión en película no tarda en llegar en 1970, realizada por William Friedkin (el mismo quien dirigiera El exorcista, Contacto en Francia y Cruising entre tantos éxitos). También en 1970 y en la cartelera teatral porteña, se la había llamado Extraño clan que tuvo dos funciones y fue prohibida por un decreto municipal.

Una remake del film se puede ver hoy por la plataforma Netflix con actores representantes de la nueva generación en Hollywood y aquí, en Buenos Aires, y con dirección de Ricky Pashkus, la versión teatral traducida como La fiesta de los chicos con Tomás Fonzi y Fernando Dente como cabezas del elenco.

El texto original no contempla el virus de VIH como amenaza para la comunidad gay y sí en cambio, en sus puestas posteriores a los años 80 que comenzaron a incluirla de modo tangencial, para que en la obra, sus diálogos cobraran actualidad. La pandemia que afectaba en su inicio a la intimidad de un sector de la población, comenzó a transfigurar las prácticas sexuales de toda la humanidad. Lo que se pensaba como una amenaza que atacaba a la comunidad gay, el VIH y sida afectó a las mujeres y a los niños de igual o peor modo. Sólo la eficacia del llamado cóctel antiviral aplicado a partir de los años 90 frenó desenlaces fatales provocando que el VIH/sida se transformara en una enfermedad crónica. Sin embargo, ello aún no eliminó la discriminación ni la estigmatización sufrida a quienes conviven con el virus de VIH.

El Programa sida (Lusida) Nacional de lucha contra los retrovirus humanos (0800-3333444) se encuentra funcionando pero otra pandemia, la del COVID19 detuvo las políticas en relación la pandemia del sida que desde hace cuarenta años se encuentra entre nosotros. En Argentina 136.000 personas viven con VIH. El 17% no lo sabe. El 30% se diagnostican en un estadio avanzado de la infección. 60000 personas reciben tratamiento antirretroviral desde el sistema público. Sin embargo, otras son las variables que nos fueron administradas por ONUsida y a tener en cuenta:

  • A pesar de que el país tiene acceso a productos genéricos, los precios de los antirretrovirales clave siguen siendo altos; la mayoría de los productos para tratar el VIH son importados ya sea de empresas originadoras o genéricas, y la devaluación de la moneda local tuvo un gran impacto en la compra de medicamentos en 2019, generando dificultades clave para las personas con VIH al momento de recibir su tratamiento como el parto ARV por solo una  o dos semanas y/o cambios en sus esquemas terapéuticos.
  • Argentina es el hogar de muchas redes regionales de la sociedad civil y muchas organizaciones pequeñas luchan por evaluar los recursos de las contrapartes internas y/o la cooperación internacional, siendo esta última bastante inexistente en el país.
  • Los niveles de transmisión materno-infantil del VIH y la sífilis siguen siendo altos, debido a las dificultades en la integración entre las clínicas de salud materno infantil y los servicios de VIH/ETS y entre los niveles local, provincial y nacional.
  • Baja inversión en prevención (en 2019 han faltado preservativos masculinos y no hay compra pública de condones femeninos); la mayoría de los recursos se asignan al tratamiento.
  • Niveles altos y persistentes de prevalencia del VIH entre mujeres transgénero.
  • Aumento de la incidencia del VIH entre los jóvenes homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y de enfermedades de transmisión sexual (principalmente sífilis).
  • Falta de campañas publicitarias y de modo constante con el objetivo de concientizar.

Ser portador de lo crónico es ser habitado por algo de una realidad que no avisa y que ingresa al registro de lo simbólico; es vivir una vida partida por un acontecimiento disruptivo, un acontecimiento que marca un antes y un después. Es ese incurable la apuesta del psicoanálisis: para Freud, aquello que resulta innombrable es imposible de soportar. Por lo tanto, surge un cuestionamiento hacia el cuerpo. Aquí aparece Lo Incurable… ¿cómo y dónde se soporta? ¿Qué hacer con lo incurable?

Para esto debemos entrar en la relación inconciente-cuerpo. El dolor psíquico a veces se enmarca en un proceso verdaderamente complejo y que podemos reconocer al menos, tres momentos precisos: ruptura – conmoción – reacción defensiva.

Predominando en cada una de estas etapas, signos particulares del dolor. Un dolor propio de la ruptura; un dolor íntimo en el estado de conmoción; un dolor suscitado por la defensa de la propia conciencia en respuesta a la perturbación. Obviamente, variantes de un sólo y único dolor que se expresa en cualquier persona y en relación al tiempo de cada uno donde una terapeúttica analítica acompaña con su presencia y bajo la manera de elección, a quien esté dispuesto a revisitar las líneas de un destino para convencerse que él será quien lo pueda continuar construyendo de acuerdo a su deseo.

La fiesta de las pandemias o cómo las pandemias se hacen una fiesta con la humanidad (o fiestas en pandemia? –pero eso sería otro tema-).

Después de todo, los recursos más difíciles de conseguir son aquellos que están en relación a la sensatez de su aplicación. Hoy para el COVI19 están las vacunas que podrían ser las herramientas para cronificar un virus como el de la gripe y alejar desenlaces fatales. Mientras tanto se ensayan variables. Y el VIH ayudó mucho a estas aplicaciones. Un virus en contra de otro. Esto no es nuevo: hay proyectos que se vienen estudiando desde hace 20 años en donde el virus del sida y de la gripe combinados permiten hallar anticuerpos capaces de neutralizar sus múltiples variantes dirigiéndose al umbral de desarrollar una vacuna universal lo que ha dado origen al estudio llamado “Mosaico” que puede ser utilizada como vacuna preventiva del VIH. Investigaciones que se encuentran muy avanzadas.

Numerosas enfermedades emergentes son causadas por virus que al pasar a un nuevo huésped evolucionan, por lo que es muy difícil tener vacunas o fármacos para combatirlos desde su aparición, como ocurrió con el VIH, el virus del Ébola, los hantavirus y ahora el COVID19.

Las pandemias aparecen asociadas a cambios en los ecosistemas y migraciones de humanos, animales y vegetales con sus patógenos y, a su vez, causan notables y complejos cambios ecológicos y socioeconómicos que contribuyen al colapso de sociedades enteras. Para ganar esta batalla a las enfermedades del siglo XXI y mantener la integridad actual y para las futuras generaciones, se requieren aproximaciones interdisciplinarias, flexibilización de políticas públicas intersectoriales en relación a la prevención, apostando además a la conservación ambiental. Como se observará, varios niveles a tener en cuenta, pero necesarios, para que nosotros podamos hacer de vez en vez, fiestas, donde podamos festejar, reírnos, estar con amigos, con nuestros seres queridos y siempre, (pero siempre) amar y trabajar.

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